Artista: Simón Altkorn
Dónde: Gachi Prieto Gallery
Título: Autoclave
Fechas: 1 de noviembre al 7 de diciembre 2013
Galería de imágenes, texto y links
Texto
Autoclave f. Aparato que sirve para esterilizar objetos y sustancias situados en su interior, por medio de vapor y altas temperaturas.
Ignoramos qué ha sucedido inmediatamente antes de la escena o qué sucederá después; aún así las fotografías de Simón Altkorn siempre reclaman al espectador la alusión potencial a una cadena narrativa que está, en sí misma, ausente. En esta nueva exposición, el artista, por primera vez, presenta una (¿única?) historia desplegada en diversas escenas, una suerte de story board que contiene, asimismo, un film. No obstante, en vez de cerrarse los hiatos, aclararse las incógnitas, parecen profundizarse en un misterio mayor. No podemos asignar con seguridad a los elementos su posición certera en una secuencia, como si la misma narración fuese capaz de intercambiar sus comienzos, sus nudos y sus desenlaces.
Circular como el aparato industrial de esterilización que opera, a la vez, como dispositivo real y como metáfora, el relato construye sus personajes en juegos de espejos reversibles. Altkorn ha imaginado un drama donde los acontecimientos externos se confunden con procesos psíquicos y emocionales. Pocos actores bastan para una completa geometría combinatoria de los roles sociales y sexuales, abarcando los extremos. Las situaciones ya han sido transitadas por incontables obras artísticas y literarias: el dúo amoroso, el triángulo del engaño y los celos, el deseo homosexual, la división del yo en un alter ego, la ambigüedad entre el amor y el odio… Ninguna obra, hasta donde yo conozco, ha hablado de todo eso en el contraído espacio de unas pocas fotografías y un film que no supera los cinco minutos. “Es esto” afirma la galerista, con tono de “es sencillamente esto” (de lo que trata el arte), al final de la película.
El lenguaje de Simón Altkorn suele hacer explícitas las múltiples referencias que lo alimentan, desde la fotografía contemporánea a la historia del arte. La mezcla de instantánea y puesta teatral de Lorca Di Corcia, las claves intrigantes de Jeff Wall, los escenarios enigmáticos y sexualmente cargados de Balthus, las pesadillas eróticas de Fussli y los primeros románticos, entre otras citas, se dan encuentro en “Autoclave”. En fin, la presencia amenazante de esta máquina desliza una secreta gradación ética en la sucesión vertiginosa de situaciones que teje esta historia. Si todo trata, en definitiva, del miedo al otro, no es lo mismo el hombre que encarna una fantasía de aniquilación que la mujer celosa o amante al borde del sometimiento. Hay una escala en las formas de amar y, como Flaubert, el artista podría decir también Madame Bovary, c´est moi.
Valeria González
Hay encuentros imprevisibles cuyos efectos producen bondades. Raro en estos tiempos de hastío. En junio dictaba un curso sobre Lo Siniestro en la obra de Shakespeare. Simón Altkorn estaba allí meditando sobre los celos de Otelo, la venganza de Hamlet y la furia de Macbeth. Tiempos después nos encontramos para pensar sobre aquellas pasiones humanas desmedidas y me encomendó que escribiera sobre su último trabajo. Primero observé detenidamente, y de inmediato sentí ese resplandor de la simpatía entre las disciplinas—filosofía & fotografía—Después fui a buscar una necesidad para escribir porque nunca se escribe sin una hambrienta necesidad. Vi que había, por dentro y por fuera, en las fotos y en la película, cuerpos bien dispuestos pero incómodos, un meticuloso trabajo de la luz, suspenso potenciado con erotismo, es decir una perturbación y de allí brotó esa necesidad. Había algo que “queriendo ocultarse se manifestaba”: lo siniestro que nunca es lo terrible sino, tal vez, esa inquietud que arranca de cuajo la tranquilidad de las cosas para ubicarlas en ninguna parte o, mejor dicho, para entregarle al espectador la labor de ver y sentirse visto por la obra. Un botín de guerra como ofrenda para cada uno que puede apreciar o no, que puede afectarlo o no…Pero eso qué importa cuando lo que se debe hacer es simplemente cumplir con uno mismo. Y, como en este caso preciso, hay quienes también cumplen con las imágenes. Tal vez, en nuestra época donde las palabras han perdido casi todo sentido, sean las imágenes las que devuelvan fidelidad al espíritu. No por azar tuvo que aparecer la fotografía y el cine. No es asunto de técnica sino de las mismas búsquedas con otros medios.
Entonces comencé a remontarme a los tiempos…para llegar a la habitación donde se lleva a cabo la exhibición.
Leonardo Da Vinci inventa la “cámara oscura”. Simón (de Cirene) carga con la funesta cruz de Jesús. Maquiavelo sabe que quienes piensan el mundo como debería ser y no como es se labran su propia ruina. Dante baja a los Infiernos bajo el mando del claroscuro. Goethe escribe en 1810 el Tratado de los colores. Ulises regresa a Ítaca después de una guerra que traba consigo mismo. Kafka intenta descifrar el laberinto de la siniestra burocracia. Niepce y Daguerre secuestran la luz con la complicidad de lo oscuro. Etcétera, etcétera. Una trama excepcional de espacios y tiempos instantáneos, de luces y sombras en disputa, de blancos y negros vertiginosos, y líneas, planos y volúmenes que batallan hace siglos.
Ahora se cierne en esta habitación una operación casi quirúrgica: quitarle su envoltura a cada objeto, a cada hembra, a cada macho. ¿Acaso el verdadero trabajo del fotógrafo no es otro que desnudar y aquietar siempre un cuerpo peligroso, virgen, delicado con un disparo? ¿Es analfabeto el que no sabe leer o el que lee sin ver? ¿O el que sucumbe a la mera realidad, derrotado por su ignorancia?
Aquí nadie posa. Aquí no hay fotografías. Solamente se trata de revelar en la oscuridad.
Nunca entonces lo visible delante de la cámara sino aquello que está a la zaga de ella: esos ojos compuestos que, traspasando el nervio óptico, convergen en el cerebro. ¿Pero el cerebro dónde se bifurca? En el instinto salvaje que gatilla como se gatilla el fusil: para matar…el instante.
Criminalidad del fotógrafo como labor primordial. Cacería implacable de tiempo que asesina el impalpable mundo sutil del movimiento y aniquila la realidad.
Como en toda ofensiva, siempre hay un enemigo. La cámara es la declaración de guerra. El revelado, la batalla. La fotografía, el teatro de operaciones. La sala de exhibición, la sangre vertida y los cadáveres del enemigo vencido.
«Botín de guerra»: Desvanecimiento en el sillón. Un informador. Derrumbe por embriaguez. Una espía. Derrocamiento del matrimonio. Un destronado. Mártires en la sala del comedor. Atormentados en la cocina. Siete conspiradores. Castigo en el gimnasio. Una suspicaz. Preparativos de asesinato. Dos sicarios. Y la Dama caída que condensa la coronación de la belleza, mientras Simón (de Cirene) todavía sigue cargando la cruz sin vacilar, porque hay que seguir y seguir avanzando, no sea que la realidad liquide a los pocos ciegos que siguen viendo a través de sus mirillas.
Guido Mizrahi
Links:
Trailer del Video «Autoclave» de Simón Altkorn
Simón Altkorn
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