Artistas: Valentina Liernur, Andrés Brück, Jonathas De Andrade, Oswald Stimm
Título: Bellos Jueves 2da. Edición 2015
Dónde: Museo Nacional de Bellas Artes
Fechas: 28 de mayo 2015
Texto, galería de imágenes y links
Bellos Jueves nació en abril de 2014 con el objetivo de entrecruzar el patrimonio del Museo Nacional de Bellas Artes con proyectos de artistas y músicos contemporáneos. El último jueves de cada mes entre las 19 y las 23.30 hs el MNBA abre sus puertas con intervenciones de artistas, música en las salas y terrazas, visitas rapeadas, videos y otras actividades.
Lejos de pensarse como una exhibición, este año el ciclo propone una serie de ensayos en relación a la museografía de la colección permanente y se piensa en vínculo con el numeroso público que visita cada edición. El carácter efímero de Bellos Jueves condiciona cada proyecto y desafía la temporalidad a la que están habituadas las artes visuales.
La importancia del ciclo reside en la invitación a artistas a pensar o problematizar a través de sus intereses y proyectos algún momento de la historia del arte, desde la colección del MNBA, interrumpiendo la linealidad con la que se presentan habitualmente las exhibiciones.
Esta edición de Bellos Jueves, desde las artes visuales, presenta los trabajos de Valentina Liernur y Andrés Brück. Liernur exhibe una serie de obras de estos últimos años en relación a diversas salas de la colección permanente del museo entrecortando la linealidad con la que se presenta el guión curatorial. Brück presenta tres proyectos: un fieltro en la sala de piezas de la Edad Media, una estructura de alambre que contiene dibujos realizados en diferentes años y una serie de banderas. Por último, el artista brasileño Jonathas de Andrade presenta un video en el que registra cuatro mil rostros anónimos tomados en las calles de Buenos Aires, y los proyecta con un sonido creciente y frenético.
Desde la propuesta musical se plantea un recorrido que atraviesa el folk electrónico en Lulacruza, el rap fusión de Femina y el rap comprometido de Big Mamma, Kris Alaniz y Karen Pastrana.
Sala 5, 7, 9, 11, 13, 19, 20, 21, 22, 23, 24
VALENTINA LIERNUR
Inevitablemente las primeras referencias para una pintura, son otras pinturas. En el caso de Valentina Liernur es difícil escapar a los referentes que ella misma determinó para su trabajo: Alfredo Hlito y Lucio Fontana. Los planos facetados del primero y los tajos del segundo son más que evidentes en el trabajo de Liernur. Ambos pintores desarrollaron su programa desde la persistencia y la coherencia, y es por esto que más que pintores fueron teóricos. Podemos pensar en otra referencia que encare la pintura de Liernur dentro del cúmulo de pintores que dio la historia argentina. Referencia que no solo nos ayude a comprender lo poco programática que es su pintura, sino también la versatilidad y movilidad que puede tener su mano para forzar errores y abrir un camino nuevo. Esta referencia es Juan Del Prete, atrapado en su repetida etiqueta de “primer pintor abstracto de la Argentina”.
Partiendo de este punto ya vemos como se aproxima a Liernur, cuya propuesta está más cerca de leer la pintura desde la superficie y no desde el discurso. Del Prete se fascinó por el cubismo y no dudó en hacer collage, se fascino por la figuración y volvió cuantas veces quiso a formas concretas pero que podía llamar “paisajes”. Se sorprendió con la aparición de la pintura de Pollock y pintó metros y metros de telas “a lo Pollock” y no vaciló en incursionar en la pintura religiosa hacia el final de su vida pintando una inolvidable “última cena”. La pintura de Liernur tiene esta misma ambición de abarcar desde el cubismo hasta el expresionismo alemán, de atrapar la última tendencia para abandonarla al instante. Este conjunto de obras demuestra esa diversidad y pone en duda las referencias establecidas al comienzo, la pintura de Liernur está próxima a un concepto que Del Prete desarrolló en una muestra en los años sesenta: “la pintura montada”.
Sala 2, 8, 10, 17
ANDRÉS BRÜCK
Andrés Brück produce desde referentes múltiples globalizados, a partir de un banco de imágenes infinito, ese que nos llega por transferencia constante desde la televisión, el internet y la calle. La cultura urbana se proyecta desde los tags hasta el graffiti, volviendo a la pintura y la gráfica como lugares consagrados de las Bellas Artes. Es así como con procedimientos que se alejan de la academia, genera banderas que se dedicarían a la hermandad de una crew, hasta dibujos de trazo rápido y acertado, algo que proviene del comic o del cartoon. Una cultura popular expandida, fuera del lugar común del pop, para hablar de una trasformación mágica, autónoma pero no inocente. Brück aprovecha nuestra relación con la ciudad, los graffitis y el street art, y nos convence que estos artilugios son necesarios para la escena del arte.
Estas obras responden a la visualidad contemporánea, provista de contextos y medios diversos, que operan desde una inyección de motivos sin jerarquía y sin tradiciones; o al contrario, muchas jerarquías y muchas tradiciones que difícilmente captamos. El artista las rescata para transformarlas en otra visualidad. Como una cornucopia, que en vez de frutos genera insinuaciones para la mirada. La referencia a portadas de discos de rap, como la de Gangsta Pat nos recuerda una cultura hip hop de cuño duro, que se aleja de los edulcorados beats actuales que combinan el pop y el soul para hablar de borracheras de amor o tronos bicéfalos de supuestos reyes de las rimas. Los dibujos de Brück, y sus referencias a la cultura hip hop y al imaginario del rap, se inscriben en este conocimiento colectivo, de pandillas lujosas que provenían del underground. Desde dramas noventeros, siniestros y misteriosos, como las discusiones entre The Notorius B.I.G con Tupac Shakur, hasta las letras sobre “Adventure Time” y los bajones de droga en las rimas oscuras de los raperos de Odd future.
Así, podríamos detenernos en el volumen de fieltro, rodeado de piezas de la colección de arte medieval sacro; obras hoy reconocidas como parte de la alta cultura. Su estilización y la deformidad en sus proporciones, generó por siglos una fortuna crítica deplorable, las imágenes caricaturizadas sobre fieltro de Brück, pertenecientes al registro de lo popular, comparten con las piezas que lo rodean casi un mismo juicio. Podemos homologar y pensar, que las epifánicas imágenes medievales fueron rechazadas por siglos y, de pronto, en un momento de la historia los vapores, hongos e imágenes surrealistas cobraran sentido en espacios ofrecidos para el arte.
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