Artista: Camila Carella
Título: Umbrío, paájaro combativo
Dónde: Museo Banco Provincia
Fechas: 4 al 31 de agosto de 2016
Textos, galería de imágenes y links
Es un estadio previo al estruendo. Alerta, vértigo.
El aviso llega con un único sonido imperante, el sonido de la profundidad. Mamíferos gigantes, espesos, que trinan y ensordecen nuestro cuerpo. Con sus movimientos transforman el espacio en más de lo que pudimos imaginarnos Parte del cuerpo suspendido, en transe, duerme. Podemos situarnos allí y sentir esa quietud, esa presencia.
La parte alerta logra moverse, crea una película de la realidad permanente. Con los propios ojos da acción. Y allí la sensación de alivio. El aire en los pulmones, la expulsión, el entendimiento.
El portal, poderoso, se convierte en un ritual, un pacto.
Florencia Carella
Camila podría envolverse y desenvolverse en sus pinturas, como una capa de superhéroa, porque parecerían estar hechas a su escala. Son altas, ágiles, son ligeras y concretas. Como una fuerza delicada y un destello espontáneo. Y lo espontáneo puede ser tan luminoso como oscuro. Así la conocí en el Conti, como compañera de beca. Llego con su abrigo capa, y lo colgó con naturalidad, como cuando uno llega a casa. mirar sus cuadros es ponerse ese abrigo un rato. Un refugio.mirar el mar. Hipnotizarse con ese espacio informe donde las cosas flotan. Un trazo brillante, una costura, algo que parece un animal, una piel, una mancha en un cuerpo, un algo que se vuelve a hundir en un azul verde negro oscuro. En un adentro siempre de noche. El peso de cuerpocosas, planos. Que a veces encajan desacomodados. Que son de acá y de otro ahora. La ilusion y la desilusion de mirar. Cruzar un umbral. Una entrada al después de una explosión. Estar después de haber derrumbado algo, de haber golpeado la roca, roto un muro desde adentro. Una cosa que espera. afuera azul. Una gruta, lugares que han perdido lo que los convertía en destino. Refugio que a la vez es trampa. Trampera.
Leila Córdoba
Dejarse, abandonarse confiada
en un espacio que se expande.
Silenciosamente.
No hay preguntas ni certezas,
solo signos que se reconocen en el cuerpo.
A veces anclas,
a veces alas.
Teresa Durmuller
Galería de imágenees
Fotos por Gonzalo Maggi