Artistas: Claudia Cortínez
Título: No sólo se construye con huesos
Curador: Leandro Martínez Depietri
Dónde: HILO Galería
Fechas: 20 de mayo al 5 de julio 2017
Texto, galería de imágenes y links
Una hoja en blanco sobre un escritorio es una superficie; el ojo la percibe como tal. Si el papel es plegado sobre sí por la acción de una o dos manos, aparece una arruga. Esta cavidad abre un espacio, un resquicio que se vuelve habitable. Una deformación mayor podría multiplicar esas grutas y convertir al papel en una caverna de múltiples entradas.
Si ese mismo papel se abrazara a un objeto, adquiriría algo de su forma. Devendría temporalmente la cáscara de ese objeto y luego al ser separado, se volvería una huella, un santo sudario. El grado de reconocibilidad de esa marca dependería de la fuerza aplicada sobre el papel. Es decir, del compromiso físico del ejecutante en su deseo de acercarse al objeto. Si ese ejecutante intentase ser el objeto, asirlo en su totalidad, podría dejar una huella fidelísima a ese deseo y alteraría para siempre la materialidad del papel.
El mundo está sobrepoblado de imágenes. Las ciudades siguen habilitando, hasta inventado, lugares para alojarlas. Son décadas de imágenes industriales multiplicadas a gran escala en la trama urbana. La vida cotidiana ocurre confinada entre las paredes de ese mercado de signos. Las pieles de los transeuntes de endurecen y pierden permeabilidad al imaginario. Los signos son de lectura rápida, son inequívocos para ser eficaces. Ese proceso vuelve insensibles a las superficies. Los afiches de la calle, cuando son encolados, despliegan una topografía de arrugas que, sin embargo, nadie diría que son habitables. Son resultado de un trabajo físico aunque estudiado, repetitivo, desapegado.
Claudia crea el espacio en su andar, como el peatón de Michel de Certau, y convierte a la memoria sensible en un espacio habitable. Abre una vida entre los pliegues. Es una práctica íntima y sin pretensiones. El grafito es cómplice. Actúa de falso revestimiento aunque su verdadero aporte constructivo es dejar algo de esa subjetividad tan palpable del dibujo. Un trazo es un ladrillo. Como una arquitecta nómade, recolecta fragmentos de una ciudad cada vez más inabarcable en su extensión y más imperceptible a los transeuntes.
Las obras son impermanentes, son registros de un encuentro físico que imprime una forma inestable sobre el papel. Los usos y los orígenes son tan reconocibles como difusos y se ven alterados por la propia historia y las posibilidades de Claudia. Ella deja su identidad sobreimpresa y frágil en cada lámina de papel. Aunque alguien planchase esas hojas en un futuro cercano, las marcas de los pliegues serían imborrables. Como las arrugas que deja en la cara una vida expresada en gestos.
Todo está construido. Todo está por construirse.
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